10.24265/horizmed.2025.v25n2.19
Caso Clinico
Síndrome de Churg-Strauss: presentación clínica
de una vasculitis eosinofílica en un paciente crítico. Reporte de caso
Churg-Strauss syndrome: clinical presentation of eosinophilic vasculitis in a critically
ill patient. A case report
Jorge Luis Vélez-Páez
1,2,3,a
Hugo Arturo
Tirapé-Castro 1,3,b
Christian Castro-Bustamante 1,c
Manuel
Humberto Gallegos-Paredes 1,3,d
Jefferson
Xavier Molina-Quimbita 1,3,e
1.Hospital Provincial Pablo Arturo Suárez,
Unidad de Cuidados
Intensivos. Quito, Ecuador.
2.Universidad Central
del Ecuador. Quito, Ecuador.
3.Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Quito, Ecuador.
a Doctor en Medicina
b magíster en Epidemiologia
c especialista
en cuidados intensivos
d magíster en Salud Ocupacional
e médico general.
RESUMEN
La
granulomatosis eosinofílica con poliangeítis
(GEPA), previamente denominada síndrome de Churg-Strauss, es una vasculitis sistémica poco frecuente
que afecta vasos de pequeño
y mediano calibre. Se caracteriza por asma de inicio tardío,
eosinofilia periférica y compromiso multiorgánico que puede incluir afectaciones respiratorias, cutáneas, renales,
neurológicas y hematológicas. Su diagnóstico supone un reto debido a la variabilidad clínica
y a la superposición de manifestaciones
con otras enfermedades inflamatorias.
Se presenta
el caso de una mujer
de 58 años con antecedentes de hipertensión arterial
y obesidad de grado III, quien
ingresó a emergencias con insuficiencia respiratoria grave y asma de seis meses
de evolución. Durante su hospitalización, desarrolló hipereosinofilia marcada,
lesiones cutáneas no dolorosas compatibles con vasculitis, deterioro
renal agudo y trombocitopenia asociada
a prueba de Coombs positiva. A pesar de los resultados negativos para
ANCA-c y ANCA-p, el diagnóstico de GEPA fue clínico
y se confirmó mediante un estudio histopatológico, que evidenció
infiltrados inflamatorios ricos en eosinófilos. Se brindó tratamiento con pulsos de corticosteroides
e inmunosupresión con rituximab, logrando la
resolución completa de las manifestaciones multisistémicas y el alta
hospitalaria en condición estable.
Este caso pone de relieve la importancia de un diagnóstico oportuno en enfermedades raras como la GEPA,
donde la sospecha
clínica y la intervención terapéutica temprana con corticosteroides e inmunosupresores resultan esenciales para el éxito
del tratamiento. Además,
subraya la necesidad de un abordaje
multidisciplinario en el manejo de este tipo de pacientes, especialmente en
entornos de cuidados críticos.
Palabras clave: Granulomatosis Eosinofílica con Poliangeítis; Vasculitis Sistémica; Eosinofilia; Enfermedades de la Piel; Fallo Multiorgánico. (Fuente: DeCS BIREME)
ABSTRACT
Eosinophilic granulomatosis with polyangiitis (EGPA), formerly known as Churg-Strauss syndrome, is a rare systemic vasculitis affecting small- and medium-sized vessels. It
is characterized by late-onset asthma, peripheral eosinophilia and multiorgan involvement, which may include
respiratory, cutaneous,
renal, neurological and hematological
manifestations. Diagnosis is
challenging due to clinical variability
and overlapping manifestations
with other inflammatory diseases.
We present
the case of a 58-year-old woman with a history
of hypertension and Class III obesity, who was admitted
to the emergency
department with severe respiratory failure and a six-month history of asthma. During
her hospitalization, she developed marked
hypereosinophilia, painless
cutaneous lesions
compatible with vasculitis, acute renal impairment and thrombocytopenia associated with a positive
Coombs test. Despite negative
c-ANCA and p-ANCA results, the diagnosis of EGPA was made
based on clinical findings and subsequently confirmed by histopathological examination, which revealed eosinophil-rich inflammatory infiltrates. Treatment was provided
with corticosteroid pulses
and immunosuppression with rituximab, achieving complete resolution of the
multisystemic manifestations
and hospital discharge in stable
condition.
This case underscores
the importance of prompt diagnosis in rare diseases such as EGPA, where clinical suspicion and early therapeutic intervention with corticosteroids and immunosuppressants are essential for successful treatment. It also
highlights the need for a multidisciplinary
approach in the management of such
patients, particularly in critical care settings.
Keywords: Eosinophilic Granulomatosis with Polyangiitis; Systemic Vasculitis; Eosinophilia; Skin Diseases; Multiple Organ Failure. (Source: MeSH NLM)
INTRODUCCIÓN
La
granulomatosis eosinofílica con poliangeítis
(GEPA), anteriormente conocida como síndrome de Churg-Strauss,
es una vasculitis necrotizante rara que afecta vasos de pequeño y mediano
calibre. Este trastorno se caracteriza por la triada de asma, eosinofilia
periférica y daño multisistémico, con manifestaciones
que pueden incluir afectaciones respiratorias, neurológicas, cardíacas,
renales y cutáneas. La GEPA forma parte del espectro de las vasculitis
asociadas a anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos (ANCA),
aunque su presencia
no es universal, lo que complica el diagnóstico en un porcentaje
significativo de los casos (1). Esta
enfermedad, descrita en 1951, posee una incidencia anual de 0,5-4,2 casos por
millón de habitantes a nivel mundial, aunque esto puede variar (2).
El
diagnóstico de GEPA enfrenta retos significativos debido a la superposición de
síntomas con otras patologías, como el síndrome hipereosinofílico idiopático y otros tipos de vasculitis sistémicas. La confirmación
diagnóstica se apoya en la histopatología,
que revela infiltrados eosinofílicos, granulomas y vasculitis necrotizante; no obstante, estos hallazgos, aunque característicos, no son exclusivos
de la enfermedad. A pesar de ello, las lesiones cutáneas, reportadas en hasta
en el 50 % de los casos, son consideradas una clave diagnóstica y se presentan
como púrpura palpable, nódulos subcutáneos o lesiones urticariformes
(3).
Se presenta el caso de una paciente con asma de difícil control, eosinofilia persistente y manifestaciones
cutáneas progresivas, quien desarrolló compromiso sistémico, incluyendo daños a
nivel renal, hematológico, hepático, neurológico y dermatológico. Este cuadro
clínico subraya la importancia de considerar dentro del diagnóstico presuntivo
a enfermedades con compromiso endotelial, así como hipereosinofilia y síntomas
sistémicos, particularmente con compromiso respiratorio, caracterizado por
síndromes bronquiales (4).
Este caso resalta la relevancia que tiene la clínica para un diagnóstico temprano y su
posterior tratamiento con corticosteroides e inmunosupresores, que no solamente
mejoraron los fallos y salvaron
la vida de la paciente,
sino que corroboraron el
diagnóstico en un ambiente crítico como la terapia intensiva (5).
PRESENTACIÓN DEL CASO
Se
trata de una paciente de 58 años, residente en Quito, con antecedentes de hipertensión arterial
en tratamiento irregular y obesidad de grado III.
Consulta al servicio de emergencias por un cuadro respiratorio crónico,
compatible con asma de inicio tardío, que había progresado en los últimos seis
meses con exacerbaciones frecuentes de disnea, sibilancias y tos seca. Durante
el último mes, la paciente desarrolló lesiones cutáneas no dolorosas en extremidades inferiores, abdomen y mamas, caracterizadas por máculas eritematosas (Figura 1), inicialmente atribuidas a un cuadro
inflamatorio.
Figura 1. Lesiones cutáneas
en paciente con GEPA
En el momento de su ingreso,
la paciente presentaba signos de
insuficiencia respiratoria severa,
con taquipnea marcada,
uso de músculos accesorios, hipoxemia severa (saturación <75 %) y
gasometría arterial compatible con acidemia respiratoria. A pesar de la administración de oxígeno suplementario,
la progresión clínica requirió intubación orotraqueal para estabilizarla. Antes del procedimiento, las lesiones cutáneas se
hicieron más evidentes,
lo que motivó una biopsia de piel, cuyo reporte
evidenció infiltrado inflamatorio con predominancia de eosinófilos y signos de
vasculitis (Figura 2).
Figura 2. Infiltrado eosinofílico en biopsia cutánea
de paciente con GEPA
Los estudios
de laboratorio iniciales mostraron una eosinofilia de 1580 células/µL, que se elevó dramáticamente a 3500 y 5400 células/µL en un periodo
de 48 horas. Asimismo, se documentó
un consumo significativo de plaquetas, con trombocitopenia progresiva (Tabla 1), acompañado
de una prueba de Coombs
directa positiva. Además,
los exámenes iniciales evidenciaron deterioro renal con elevación de azoados, aunque no presentaba
criterios dialíticos en ese momento. Sin embargo, durante su evolución
desarrolló un deterioro renal agudo con anuria y elevación de azoados,
lo que requirió terapia de sustitución renal.
Tabla 1. Evolución de los parámetros clínicos y de laboratorio de la paciente con GEPA durante el manejo terapéutico recibido en terapia intensiva
FECHA |
Glóbulos blancos |
Linfocitos |
Neutrófilos |
Eosinófilos |
Plaquetas |
TP |
INR |
TTP |
Bilirrubina total |
Bilirrubina directa |
TGO/AST |
TGP/ALT |
LDH |
Glucosa |
Urea |
Creatinina |
Escala de coma de Glasgow |
Día 1 |
7,9 |
0,99 |
5,61 |
0,58 |
147 |
18,3 |
1,36 |
40,9 |
1,48 |
0,79 |
48 |
43 |
- |
84 |
151,7 |
2,21 |
3T |
Día 2 |
10,75 |
0,58 |
8,04 |
1,58 |
91 |
- |
- |
- |
1,79 |
0,99 |
38 |
38 |
- |
82 |
156 |
1,6 |
3T |
Día 3 |
11,04 |
0,7 |
6,18 |
3,46 |
89 |
- |
- |
- |
2,8 |
1,17 |
30 |
27 |
312,7 |
|
69,2 |
0,95 |
3T |
Día 4 |
15,95 |
0,56 |
9,33 |
5,4 |
54 |
21,5 |
1,62 |
40,3 |
6,21 |
4,23 |
34 |
23 |
576,2 |
113 |
42 |
1,14 |
5T |
Día 5 |
5,59 |
0,53 |
4,82 |
0,01 |
54 |
17,1 |
1,27 |
39,6 |
2,04 |
1,44 |
33 |
27 |
445,3 |
187 |
44 |
1,46 |
10T |
Día 6 |
10,22 |
0,13 |
9,67 |
0,00 |
55 |
14,9 |
1,1 |
30,9 |
1,82 |
1,21 |
31 |
30 |
322,3 |
183 |
108,9 |
2,37 |
9T |
Día 7 |
10,43 |
0,23 |
9,65 |
0,01 |
64 |
14,7 |
0,97 |
28,3 |
1,82 |
1,25 |
69 |
66 |
- |
127 |
170,4 |
2,69 |
10T |
Día 8 |
13,09 |
0,09 |
12,62 |
0,00 |
74 |
15 |
1 |
29,7 |
5,36 |
3,71 |
65 |
64 |
133,2 |
135 |
83,3 |
1,72 |
10T |
Día 9 |
12,58 |
0,16 |
11,98 |
0,01 |
89 |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
- |
149 |
139,7 |
1,83 |
10T |
Día 10 |
10,24 |
0,40 |
90,1 |
0,00 |
122 |
14,7 |
0,97 |
34,4 |
4,6 |
2,4 |
38 |
66 |
- |
131 |
165,8 |
1,66 |
11T |
Día 11 |
10,11 |
0,30 |
9,53 |
0,01 |
123 |
14,5 |
0,96 |
36,4 |
3,37 |
1,93 |
31 |
58 |
- |
155 |
166,2 |
1,48 |
11T |
Día 12 |
8,57 |
0,34 |
7,88 |
0,02 |
150 |
13,9 |
0,92 |
32,7 |
2,08 |
1,35 |
27 |
52 |
- |
173 |
158,1 |
1,31 |
11T |
Día 13 |
6,53 |
0,25 |
6,18 |
0,00 |
166 |
14,3 |
0,95 |
37,8 |
2,26 |
1,50 |
31 |
55 |
- |
143 |
137,2 |
1,14 |
11T |
|
Datos previos
a las intervenciones con
corticoides y rituximab |
|
|||||||||||||||
|
Inicio de los
pulsos de corticoides |
|
|||||||||||||||
|
Inicio del
rituximab |
|
TP: tiempo
de protrombina.
TPP: tiempo parcial de
tromboplastina.
TGO/AST: transaminasa oxalacética/aspartato aminotrasferasa.
TGP/ALT: transaminasa pirúvica/alanina aminotrasnferasa.
LDH: lactato
deshidrogenasa.
Hasta ese momento, la paciente cumplió
clínicamente con los criterios diagnósticos de la GEPA, con una puntuación diagnóstica
de 10, basada en la presencia de asma, eosinofilia severa, infiltrados
pulmonares no fijos y hallazgos histopatológicos compatibles (Tabla 2).
Teniendo en cuenta estos datos, se indicaron pulsos de corticoides intravenosos durante cinco días, lo que resultó en una mejoría
clínica notable. Posteriormente, se administró rituximab, permitiendo la extubación, la recuperación
completa de la función renal y la resolución integral de los compromisos
respiratorio, cutáneo y renal.
Tras
la administración de pulsos de corticoides, las pruebas inmunológicas revelaron
ANCA-c negativo y ANCA-p positivo. No obstante, el tratamiento fue iniciado antes de disponer
de estos resultados, dado que el cuadro
clínico predominante
justificaba una intervención inmediata. La pronta administración de la
medicación resultó en una respuesta rápida y favorable, evidenciando la
eficacia del manejo instaurado.
En la Tabla 2 se presentan los criterios diagnósticos para el síndrome de Churg-Strauss,
basados en las guías del American College of Rheumatology.
La suma de los puntos asignados a cada criterio presente en la paciente permite
su clasificación como GEPA si el
total es ≥6 puntos, presentando una sensibilidad del 85 % y una especificidad
del 99,7 % en la población estudiada.
Tabla 2. Criterios diagnósticos del síndrome
de Churg-Strauss (GEPA)
Criterio |
Puntos |
Paciente |
Asma |
3 |
3 |
Eosinofilia ≥1000 células/µL |
3 |
3 |
Mononeuropatía múltiple o polineuropatía |
1 |
0 |
Infiltrados pulmonares no fijos |
1 |
1 |
Anomalías de los senos paranasales |
1 |
1 |
Biopsia con eosinófilos extravasculares |
2 |
2 |
Ausencia de anticuerpos anticitoplasma de neutrófilos (ANCA) específicos |
2 |
0 |
Adaptado de MASI, Alfonse T., et al. The American College of Rheumatology criteria for the classification of Churg‐Strauss syndrome (allergic granulomatosis and angiitis).
Dado que la paciente
permaneció bajo sedación
durante gran parte de su estancia
en la UCI, el punto de vista inicial fue proporcionado por sus
familiares cercanos. Ellos mencionaron que había presentado un cuadro
respiratorio crónico asociado con asma, lo que la llevó a utilizar
nebulizadores frecuentemente. Antes de la hospitalización, también se observaron lesiones
cutáneas, las cuales
la familia inicialmente atribuyó
a un cuadro alérgico reciente.
Sin embargo, el inicio
abrupto de los síntomas y la necesidad de intubación generaron gran
preocupación y ansiedad en sus familiares, quienes manifestaron su temor por el
deterioro rápido y multisistémico de la paciente. Tras su recuperación, expresó
sentirse agradecida por el manejo oportuno recibido y destacó la importancia de la atención
multidisciplinaria para su
recuperación completa.
DISCUSIÓN
La
GEPA es una enfermedad rara y compleja, con manifestaciones clínicas
muy variadas y presentación o no
de autoanticuerpos tipo ANCA, pero siempre hipereosinofilia y asma, siendo característica particular
entre todas las vasculitis. Por ello, debe plantearse la existencia de factores
genéticos inmunoalérgicos que sean determinantes en su presentación (6).
En cuanto
a la genética, se ha identificado que el gen HLA-DR4
y los alelos HLA-DRB104 y HLA-DRB107 aumentan el riesgo de desarrollar GEPA y
vasculitis. Además, se ha encontrado una asociación entre la GEPA ANCA-negativa y el haplotipo IL-10.2, lo que subraya el papel de la IL-10 y la inmunidad TH2
en la patogénesis de un subconjunto de la enfermedad (7).
Aunque
su fisiopatología no se ha determinado de manera clara, se ha aceptado
que la enfermedad tiene una progresión
en tres fases. La primera, prodrómica, con un tiempo no establecido de meses o
años, que se caracteriza por la presencia de episodios de asma, rinitis
alérgica y sinusitis. La segunda, que puede durar muchos años, en la cual existe incremento de los eosinófilos,
presentando infiltrados pulmonares o miocardiopatía infiltrativa eosinofílica y
trastornos gastrointestinales (8). La
tercera se caracteriza por presentar manifestaciones de vasculitis (púrpura
palpable, glomerulonefritis, mononeuritis), asociada
mayormente con los autoanticuerpos tipo ANCA (9).
Sin embargo,
estas fases no son rígidas
y la presentación puede
verse alterada por periodos de superposición entre ellas,
así como el tiempo y la presencia o no de autoanticuerpos tipo ANCA. Este fue el caso de la paciente,
que presentó una fase prodrómica de aproximadamente seis meses,
con la consecuente presentación de las fases dos y tres simultáneamente, además
de no presentar anticuerpos ANCA.
Aunque
solo alrededor de un tercio de los pacientes con GEPA son positivos para ANCA, esta enfermedad forma parte del
grupo de vasculitis asociadas a ANCA (AAV); sin embargo, se considera que
existen dos inmunofenotipos, positivos y negativos. Asimismo, tanto la granulomatosis con
poliangeítis (GPA) como la poliangeítis
microscópica (MPA) también han sido asociadas con esta enfermedad (10).
Los
pacientes ANCA-positivos presentan características vasculíticas,
mientras que los ANCA-negativos muestran manifestaciones eosinofílicas. En los
primeros, la inmunofluorescencia revela un patrón perinuclear, principalmente
dirigido contra la mieloperoxidasa, siendo mucho menos común la presencia de
ANCA contra la proteinasa-3 (1 %-3 %). Algunos pacientes con GEPA no presentan
vasculitis, pudiendo cumplir con los criterios de diagnóstico de síndromes
hipereosinofílicos, lo que sugiere que podrían tener un proceso
patológico diferente. En el caso de la paciente, así como hubo
superposición de síntomas, también se consideraron otras alternativas
diagnósticas, como los síndromes eosinofílicos, DRESS (Drug Reaction with Eosinophilia
and Systemic Symptoms)
y otras vasculitis asociadas a ANCA. Pero la presentación y evolución clínica,
considerando que los síntomas se presentaron mucho antes del consumo de los
AINE, además del empeoramiento del cuadro semanas posteriores a la ingesta,
descartaron el DRESS como etiología. La GEPA está
asociada a la respuesta a la administración de pulsos y no de dosis estándar de corticoides
durante el diagnóstico o tratamiento del caso (11).
Se ha establecido que en estos pacientes ocurren
tres procesos inflamatorios:
1) la eotaxina-3 endotelial; 2) los impulsores TH2; y 3) las células B, que
activan la respuesta humoral.
Esta enfermedad se considera predominantemente
impulsada por linfocitos TH-2. En los pacientes con GEPA activa, se ha
observado una mayor expresión de mediadores eosinofílicos como la interleucina-5 (IL-5),
la cual promueve la producción, maduración y activación de los
eosinófilos, y aumenta su supervivencia. Este eje IL-5 es relevante, ya que su
supresión (como en el tratamiento con mepolizumab) ha demostrado ser eficaz. En el presente caso, debido a que en el centro
de salud no se contaba con
este anticuerpo monoclonal, se optó por otro tratamiento (12).
Otras citocinas asociadas con las células TH2, como IL-4,
IL-10 e IL-13, también contribuyen a la eosinofilia grave observada en la GEPA. La eosinofilia mediada
por TH2 probablemente sea responsable de las manifestaciones alérgicas, como asma y rinitis.
Una
respuesta TH2 intensificada no explica completamente la patogénesis de la GEPA, ya que a menudo se observa una mejora del asma durante
la fase vasculítica. Las células TH1 y TH17, con mayor expresión de IL-17A, son cruciales
en las etapas finales de la enfermedad, contribuyendo a la granulomatosis,
vasculitis e inflamación neutrofílica.
Así
mismo, se resalta la importancia de las células B y la respuesta inmune humoral
en la enfermedad, con la terapia de depleción de células B, a través de
anti-CD20, como el rituximab, que fue lo que se
administró a esta paciente, con una remisión casi total de sus síntomas,
teniendo como efecto secundario la afectación hepática (13).
Como detonante
de la enfermedad, se han propuesto factores ambientales, infecciones y
fármacos. La exposición a sílice ha
sido sugerida como un factor de riesgo, aunque no se ha confirmado en estudios
adicionales. Los tratamientos para el asma,
como los antagonistas de los receptores de leucotrienos
(LTRA) y el omalizumab, también han sido considerados
factores de riesgo, aunque estudios
recientes sugieren que la exposición a LTRA podría influir en
la expresión de ANCA, relacionado con el empeoramiento del asma; sin embargo,
hasta el momento, no se ha podido
determinar un mecanismo causal (14).
La
GEPA es una enfermedad compleja, con
una fisiopatología en la cual intervienen varios sistemas inmunes y genéticos,
que en la mayoría de los casos comparten un fenotipo asociado a autoanticuerpos del tipo ANCA,
aunque en otros no, por lo que, en este caso, la clínica fue el pilar
fundamental en el diagnóstico, incluso en
ausencia de resultados confirmatorios de ANCA, ya que estos anticuerpos pueden estar ausentes en hasta el
40 % de los casos, según diversos estudios. La importancia de la clínica radica
en la presentación característica de asma refractaria, eosinofilia severa y
manifestaciones sistémicas, como se observó en esta paciente.
Compromiso multisistémico y afectaciones específicas
En
este caso, la afectación renal inicial se manifestó como insuficiencia renal
aguda con anuria y elevación de azoados, sin criterios dialíticos en su
ingreso. Posteriormente, la evolución incluyó deterioro renal progresivo que
requirió terapia de reemplazo
renal. Este compromiso es reconocido en la literatura como parte del espectro inflamatorio de la GEPA, atribuible a vasculitis y daño tubular
mediado por eosinófilos. Tras la administración de
pulsos de corticoides, se observó una mejoría importante en la función renal,
hasta lograr una recuperación completa, lo que subraya la reversibilidad del
daño inflamatorio cuando se trata de manera oportuna (15).
La
trombocitopenia observada en esta paciente, asociada al consumo de plaquetas
y a la prueba de Coombs directa positiva,
sugiere un mecanismo inmunológico secundario a la vasculitis
sistémica. Esto ha sido reportado como una complicación rara pero posible en la GEPA, en la que los autoanticuerpos pueden mediar procesos de destrucción
plaquetaria (16).
En
cuanto al compromiso hepático, los niveles de bilirrubinas inicialmente elevados
descendieron tras el tratamiento,
pero presentaron una elevación secundaria asociada a la administración de rituximab.
Este fenómeno, aunque infrecuente, se ha descrito en la literatura como un
efecto transitorio del medicamento, relacionado con disfunción hepática reversible mediada por
inmunomodulación (17). Este
episodio se correlacionó con un aumento de las transaminasas (TGO y TGP), lo que respalda
la naturaleza inflamatoria y autolimitada del cuadro hepático en este contexto.
Las manifestaciones cutáneas de la paciente,
caracterizadas por máculas eritematosas, se confirmaron
mediante una biopsia, la cual reveló infiltrados inflamatorios con
predominancia de eosinófilos y signos de vasculitis. Estas características son
consistentes con los hallazgos típicos en la GEPA, donde las lesiones cutáneas
están presentes en hasta el 50 % de los casos
y representan un marcador clave de vasculitis activa (18).
Razonamiento terapéutico
La decisión
de iniciar pulsos de corticoides intravenosos como
primera línea de tratamiento se basó en las guías de la EULAR
(European League Against Rheumatism), que
recomiendan su uso para inducir
la remisión en casos severos
de GEPA, debido a su rápida acción
antiinflamatoria y moduladora del sistema inmune. La administración subsecuente de rituximab, a pesar de la respuesta inicial favorable,
responde a la necesidad de consolidar la remisión y prevenir recaídas en
pacientes con manifestaciones severas y potencialmente mortales,
como se reporta en estudios recientes. Este enfoque escalonado combina
la acción inmediata de los corticoides con la inmunosupresión sostenida que
ofrece el rituximab.
Una de las principales limitaciones enfrentadas en este
caso, debido a las dificultades operativas de los hospitales públicos, fue la
demora en la disponibilidad de los exámenes inmunológicos, incluyendo la
confirmación de ANCA-p positivo, así como el análisis histopatológico de la
biopsia cutánea, necesario para
confirmar el diagnóstico mediante la identificación de vasculitis con infiltrado eosinofílico. Aunque esta demora no limitó ni retrasó el inicio del tratamiento,
sí postergó la confirmación del diagnóstico por parte del laboratorio, lo que
podría ser problemático en escenarios menos claros desde el punto de vista
clínico. Estas demoras reflejan desafíos estructurales en el manejo de enfermedades raras en sistemas de salud
pública.
Además,
la GEPA es una enfermedad poco frecuente, y su reconocimiento en el contexto de
un paciente crítico plantea un desafío considerable. Pensar en esta patología
requiere un equipo médico con
predisposición a explorar diagnósticos menos
comunes y a considerar entidades
raras como causas de
insuficiencia respiratoria, fallo multiorgánico o hipereosinofilia. La falta de familiaridad con esta enfermedad puede contribuir a retrasos en
el diagnóstico global, lo que subraya la importancia de fomentar mayor
capacitación y concienciación en torno a vasculitis raras como la GEPA,
especialmente en entornos críticos.
En
conclusión, se destaca la importancia de considerar la GEPA como diagnóstico
diferencial en pacientes con asma refractaria,
eosinofilia severa y compromiso multisistémico. La pronta identificación
de los hallazgos clínicos característicos y
el inicio temprano del tratamiento inmunosupresor, basado en corticosteroides y rituximab, fueron determinantes para lograr una recuperación completa de la
paciente, incluso en un contexto
de insuficiencia respiratoria crítica y fallo multiorgánico. Este caso resalta la relevancia
de un enfoque multidisciplinario y del uso de guías como las de
la EULAR para optimizar el manejo y el pronóstico de esta enfermedad compleja.
Además, subraya la necesidad de mayor sensibilización y capacitación del
personal de salud en el reconocimiento y manejo de vasculitis raras como la GEPA.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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International Chapel Hill Consensus Conference Nomenclature of Vasculitides. Arthritis Rheum. 2013;65(1):1-11.
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Agradecimiento: Al
equipo de Cuidados Intensivos del Hospital Provincial Pablo Arturo Suárez de la ciudad de Quito,
laboratorios clínicos de patología y de imagenología y a la familia de la
paciente, por su cooperación y disposición para compartir información crítica
durante todo el proceso.
Contribución de autoría: HATC
participó en la conceptualización, investigación, metodología, recursos y redacción
del borrador original. JLVP, MHGP, JXMQ y CCB, en la investigación,
la metodología, los recursos y la redacción del borrador original.
Fuentes de financiamiento: Los autores financiaron este artículo.
Conflicto de intereses: Los autores
declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Correspondencia:
Hugo Arturo Tirapé Castro hugo.tirape@gmail.com
Recibido:
24/2/2025
Evaluado:
18/3/2025
Aprobado:
22/4/2025